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El vacío dejado por la destrucción de la Recova en Arrecife hace más de dos décadas todavía no se ha llenado. La capital de la Isla sigue sin contar con un auténtico mercado en el que los productores locales puedan vender sus productos de forma regular. Una exposición muestra imágenes del antiguo punto comercial, recopiladas por José García.
R.F./M.R.
[Viernes, 19 de agosto de 2011]
Quien acuda a la Sociedad Democracia hasta el 4 de septiembre «se va a encontrar con lo que fue la Recova hace treinta, cuarenta o cincuenta años y quizás más» porque «se construyó a principios del siglo pasado», explica García.
En la muestra se ha tratado de plasmar «lo que fue la Recova para todos los arrecifeños y conejeros en general», un mercado tradicional arrasado para construir el incómodo edificio del Ayuntamiento de Arrecife.
La Recova, recalca el comisario de la muestra, «era el centro comercial donde venían los agricultores y pequeños vendedores de los campos cercanos a Arrecife a vender todos sus productos».
«Como decía Domingo Brito», a quien pertenecían las fotografías históricas que se exponen, «él venía de madrugada con un burro después de levantarse a las dos de la mañana».
«Y muchos más venían a vender a la Recova y luego volvían caminando a San Bartolomé o a Mozaga», con las ganancias de lo que habían vendido o, «por desgracia», con lo que les sobraba.
Pero la Recova no fue sólo un punto de venta. «Llegó a ser terrero de lucha, hay fotografías del pollo de Uga y del pollo de Arrecife» que lo acreditan, «y campo de lucha libre». También «hay una foto muy antigua de unos maestros con sus alumnos», albergó un «estudio fotográfico» e incluso el «calabozo municipal».
«Tengo una foto de un almanaque de las fiestas de San Ginés de 1904», cuenta García, en la que se da cuenta de «una exposición de ganado en la Recova».
La exposición saca a la luz material fotográfico que había ido acumulando Domingo Brito, fallecido recientemente. «Cuando un día fui por su casa me encontré con 40 fotografías de la Recova, todas enmarcadas, con personajes que iban a comprar», relata García.
Fue entonces cuando ató cabos: con las fotografías de Brito y la gran cantidad de balanzas antiguas que colecciona y que se asemejan a las que había en la Recova ha montado una muestra para que no se termine de borrar de la memoria colectiva lo que significó este espacio.
«Para Domingo Brito la Recova fue su vida», subraya García. «Fueron 45 años viniendo a Arrecife a vender sus productos. Decía que era una pena que las autoridades la hubieran tirado abajo y que ya no hubiera solución, sino añoranza».
Uno de los tesoros de la muestra, al menos desde el punto de vista sentimental para García, es una balanza que había en la «tiendita de aceite y vinagre» de su abuela, en la que su madre, en más de una ocasión, lo pesó «envuelto en una sabanita».
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